Desde que se anunció la intención de instalar una fábrica de cemento que aprovecharía al mismo tiempo los recursos mineros de la corteza terrestre en la zona de Los Haitises, los habitantes de las comunidades aledañas han manifestado su abierta oposición a través de cartas, declaraciones, reuniones y movilizaciones.
Al parecer, el proyecto ha recibido el respaldo de diferentes instancias del gobierno e incluso, según los informes, hasta la Licencia Ambiental de la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Recursos Naturales.
Si así ha sido, considero desatinada esa decisión de la SEMARENA, y me identifico plenamente con los comunitarios y con los técnicos de la Subsecretaría de Areas Protegidas de la misma SEMARENA, que emitieron una opinión madura y sopesada en contra de que le fuera otorgada la Licencia a dicho proyecto.
El Parque Nacional de los Haitises es parte de una de las más importantes zonas de acumulación de agua del país. Las aguas que sobre él caen se infiltran a través de millares de furnias y cavernas y forman ríos subterráneos que vienen a alimentar todo el acuífero o aguas subterráneas acumuladas en toda la zona oriental de Santo Domingo, en todo el territorio de la Provincia de Monte Plata y parte de las provincias de San Pedro de Macorís e incluso de Sánchez Ramírez.
Los pozos que alimentan el acueducto de Santo Domingo Oriental y que suple a más de un millón de dominicanos, extraen agua que es suministrada por Los Haitises.
De los Haitises surgen los manantiales que alimentan los ríos Boyá y el Socoa y otros que drenan hacia el Ozama, así también el río Magua y el Higuamo que suplen de agua a San Pedro de Macorís,
A parte del consumo humano desde Santo Domingo Oriental hasta San Pedro de Macorís y la provincia de Monte Plata, el acuífero que es alimentado por Los Haitises aporta el agua para la agricultura y la ganadería en toda esa región, incluyendo la producción azucarera de tanta importancia económica.
Los proyectos turísticos de Boca Chica, Juan Dolio y Guayacanes son beneficiarios directos del agua que se produce en Los Haitises.
Solo me detengo en la importancia hídrica de Los Haitises y no hago mención en esta ocasión de su importancia y potencial para el ecoturismo, ni de su extraordinaria singularidad paisajística, ni de su valor en la conservación de la biodiversidad, ni de su influencia en la estabilidad del clima de la isla.
Según los informes, la autorización incluye no solo instalar una cementera, sino también explotar las calizas de la corteza terrestre.
Esta actividad es totalmente incompatible con una zona de tanta importancia hídrica, que aporta el agua a casi el 40% de la población dominicana y de la que depende un alto porcentaje de la economía del país en sectores tan diversos como el turismo, la agricultura, la industria azucarera, la ganadería y numerosas industrias, incluyendo la zona franca de Las Américas.
La actividad de la cementera y la minera afectará cerca de 5 kilómetros cuadrados de zona carstica, rica en cavernas y dolinas (sumideros) que originan lagos y corrientes subterráneas, justo en la zona de nacimiento del río Socoa, afluente del Boyá, el cual aporta a su vez al Ozama.
El argumento de que el área de concesión esta fuera de los límites del Parque no es válido en virtud de que esa zona es parte del cars de Los Haitises, es decir de la región geológica y como tal es parte de su zona de amortiguamiento, en la cual se permiten ciertas actividades compatibles que no provoquen alteraciones considerables del paisaje ni de los procesos ecológicos y, en especial, hídricos que se originan en la zona.
Técnicamente, de conformidad con los lineamientos de la Unión Mundial de Conservación de la Naturaleza (UICN) y de las propias disposiciones nacionales, el uso minero debe estar totalmente prohibido en una zona con tal potencial hidrológico y mucho más si es parte de la zona de influencia de un área natural protegida.
Legalmente están protegidos por la Ley 64-00 todos los nacimientos de ríos, arroyos y cañadas. La misma Ley protege todas las cavernas del país. La zona concedida para explotación reúne ambas cualidades protegidas.
Socialmente es una injusticia colosal, un verdadero abuso y atropello, que se hayan mantenido 15,000 dominicanos desalojados de las tierras de las que subsistían, con la promesa de darles parcelas, y durante 18 años (desde 1991 hasta 2009) no se le haya cumplido la promesa, y a una velocidad meteórica se le haya otorgado el irritante privilegio a intereses particulares.
Lo procedente es anular toda concesión que se haya realizado, sugerir a los promotores que busquen otra zona menos vulnerable y que no entre en contradicción con otro uso más necesario para la nación.
Los terrenos que tan fácilmente fueron cedidos a un consorcio privado, deberían ser utilizados para reparar la gran injusticia que ha condenado a una vida de miseria intensificada a más de 2,000 familias.
Utilizar esa enorme superficie para convertirla en parcelas y entregarlas a los desalojados de los Haitises, como se les prometió hace 18 años, con lo cual se cumple una vieja deuda social y además se contribuiría a reducir las presiones sobre esta área protegida, verdadero tesoro natural y patrimonio de la nación.
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